La nieve viste a Madrid de blanco
Madrid llevaba cincuenta años sin ver una nevada como la caída del 7 al 9 de enero. La borrasca Filomena dejó a su paso por Madrid imágenes insólitas en la ciudad; cientos de madrileños se lanzaron a la calle con esquís y trineos a disfrutar de la nieve; los coches quedaron en un segundo plano al estar totalmente cubiertos por la nieve. Madrid era totalmente peatonal. Las comunicaciones aéreas y terrestres quedaron bloqueadas por la nieve, tan sólo Metro de Madrid, fue el único servicio que tenían los madrileños para desplazarse durante las veinticuatro horas del día.
Pero enseguida los madrileños mostrarán su cara más solidaria y salen a las calles con picos y palas para retirar de ellas la nieve lo antes posible; mención especial merecen esos voluntarios que con sus 4×4 se organizaron para poder llevar en sus todoterrenos a las personas que tenían que acudir a hospitales, cuyos accesos se encontraban impracticables.
La nieve deja paso al hielo
Después de dos días de intensas nevadas; las condiciones climatológicas no suelen ser las más favorables para que la nieve se desvanezca; al contrario, con las bajas temperaturas empieza a convertirse en hielo. Las caídas se convierten en el principal peligro para los madrileños que empiezan a colapsar aún más los servicios de urgencias en los hospitales.
Cientos de calles se hallan bloqueadas por el hielo y el problema se agrava con la amenaza de lluvias torrenciales y un alcantarillado completamente tapado.
El ayuntamiento se ve obligado a contratar trabajadores externos para quitar el hielo de las calles de Madrid.
El día 8 de madrugada, la nieve comenzó a caer levemente, pero continuó haciéndolo durante todo el día; dejando tras ella estas inéditas imágenes del Parque del Retiro.
El Jardín Japonés estaba irreconocible.
El sábado, 9 de enero, la ciudad amaneció totalmente colapsada por la nieve que llegó a superar los cincuenta centímetros de altura.
El Ministerio de Agricultura y Pesca mostraba este aspecto tan siberiano.
La estación de Atocha sirvió para que pequeños y no tan pequeños se deslizaran por sus rampas.
Los madrileños tuvieron que utilizar las calzadas para caminar, las aceras estaban intransitables.
Esquiando por el centro de Madrid.
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